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    Microsoft Surface: breve historia de un dispositivo entre dos mundos

    En un mundo tecnológico como el de hoy, innovar a gran escala está prácticamente reservado para unos pocos. Microsoft desde sus inicios se ha caracterizado por querer dar una nueva vuelta de tuerca. A veces con más fortuna que otras, pero siempre con determinación y se podría decir que con cierta tozudez.

    El ejemplo perfecto más reciente es Surface. Esta línea de productos buscaba llevar un paso más allá la experiencia tradicional del PC mezclándola con la movilidad y fue tildada de fracaso desde su puesta de largo el 18 de junio de 2012. Pero la revolución de lo que sería verdaderamente la era Post-PC solo había dado el primer paso, y no era suficiente.

    Microsoft Surface

    El primer gran proyecto de Microsoft para llevar su sistema operativo a su propio hardware vino de la mano de Steve Ballmer, el por aquel entonces CEO de la compañía, dio a conocer al mundo la que sería la joya de la corona por muchos años. Surface Pro y Surface RT se planteaban como un verdadero sustituto de nuestro PC, sobre todo la primera, con procesadores potentes capaces de ofrecer buen rendimiento para las tareas más cotidianas.

    Pero poco tardó en aparecer el primer inconveniente. Dejando a un lado la versión Pro, las limitaciones de Surface RT eran evidentes para el público más tech, pero a simple vista solo parecía ser una versión más barata y menos potente que la hermana mayor. Microsoft pecó ahí de falta de comunicación, dos productos muy diferentes (sobre todo su público objetivo) metidos prácticamente en la misma carcasa. Y con capacidades tan dispares como las arquitecturas de sus procesadores.

    Por su parte, la Surface Pro 1 sufrió algunos problemas de rendimiento, calentamiento y autonomía en sus inicios, propios de juventud y de drivers todavía por pulir, pero que aunque se fueron solventando poco a poco la imagen general ya estaba dañada.

    Así nació Surface como concepto. Repudiado por muchos desde el primer momento por parecer algo «de otro planeta e inservible», lejos de alcanzar buenas cifras dejó la friolera de 1.000 millones de dólares en pérdidas (contado solo la versión RT). Un agujero que pareció no dolerles mucho a los de Redmond ya que confiaron en su proyecto y lanzaron la segunda versión.

    Microsoft Surface 2 y Pro 2

    La segunda versión del dispositivo pulía algunas cosas de la primera generación, un producto más redondo pero que seguía siendo rechazado a ojos del consumidor. La apuesta era continuista respecto a la anterior generación, una línea con procesadores de Nvidia (ARM) para la versión «no Pro» y otra con Intel Core de la generación Haswell para la hermana mayor.

    Prácticamente se cometieron los mismos errores que el año anterior, lo que llevó a finiquitar la línea RT en la familia Surface. No había hueco para la versión “barata” que podría servir para un usuario medio. Corrían además malos tiempos para Microsoft, que recibía continuas críticas a su sistema operativo Windows 8.1 (lanzado pocos días antes) y veía que el concepto de sistema operativo orientado también a tablet corría la misma suerte que su preciada Surface.

    Panos Panay nos presentaba así la segunda generación de Surface en septiembre de 2013.

    Las reviews en medios de comunicación comenzaban a teñirse de un mejor color, pero las ventas seguían sin acompañar y nuevamente Surface causó pérdidas multimillonarias a la compañía norteamericana. Aunque la tendencia era favorable, el próximo disparo debía ser certero, en el centro de la diana. Y por seguro que así fue.

    Microsoft Surface Pro 3

    Llegamos al punto donde Panos Panay y su equipo Surface hicieron magia, de la buena. La Surface Pro 3 no se hizo esperar tanto, y pasaron tan solo 9 meses desde el lanzamiento de su predecesora. Mayo de 2014 fue el mes y el año elegidos para dar a conocer a la tercera versión de Surface, que creció en tamaño de pantalla (hasta las 12”), ganó ligereza y consiguió un diseño que terminó por convencer al gran público.

    Surface Pro 3

    Llegó además con mayor personalización de componentes, pero siguiendo siempre los más altos estándares de calidad. La mejor Surface jamás creada, como dirían en Apple, vino acompañada de renovados procesadores de la serie Haswell (al igual que la Pro 2). Incluían muchas mejoras a nivel de rendimiento y consumo, llegando a poder montar el i7 (hasta i5 en la anterior versión), un nuevo panel táctil, teclado con inclinación y Surface Pen mejorado.

    Meses después, la gente de Microsoft nos sorprendió con una nueva versión. La Surface 3 venía a reemplazar el vacío dejado por las anteriores ediciones “no Pro” pero eligiendo esta vez procesadores x86. Concretamente con el modelo Intel Atom que dota de una mejor duración de batería y un muy buen rendimiento para tareas cotidianas de productividad y ofimática. Desde un primer momento recibió también buenas críticas e incluso pudimos ver una versión con LTE en mercados muy concretos.

    La Surface 3 en manos de Rafael Ríos por Microsoft Insider

    Microsoft Surface Pro 4

    Llegamos a la última versión, por el momento, de Surface. Con unas líneas muy similares a la Surface Pro 3, la cuarta generación vino con los nuevos Intel Core Skylake y una versión entrada con un Core M. Además de nuevas opciones de configuración y personalización, se presentó un nuevo diseño de Surface Pen y teclado. El lápiz ahora es más ergonómico, más complicado de perder y en combinación con la pantalla un elemento sobresaliente. En el teclado vimos la tan esperada separación de las teclas e incluso un lector de huellas.

    La nueva Surafce Pro 4

    La Surface Pro 4 conseguía por fin ser el producto redondo que tanto quebraderos de cabeza, y alguna alegría, le ha dado a Microsoft. Con Windows 10 en pleno apogeo y Windows Hello como revolución en el mundo de la seguridad, la Surface Pro 4 está cosechando a día de hoy buenísimos resultados. Además, con nuevas funcionalidades como Windows Ink sacamos realmente partido al panel táctil N-Trig llevando la experiencia de dibujo digital a un nuevo nivel.

    Tanto esta versión como la anterior, han reportado buenos resultados financieros a la tecnológica norteamericana. Más en la cuarta generación que en la tercera, y mucho deberían de cambiar las cosas si la siguiente generación no cosechara todavía mejores números.

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